La la land
Esta semana ha sido fácil encontrar un tema sobre el que escribir, después de unos posts un poco más personales la actualidad manda, y en cuanto a lo artístico se refiere, no hay quien no hable en estos días del error de la ceremonia de los Oscar al proclamar «La La Land» como mejor película.
Por fin he ido a verla, y qué quieres que te diga: me ha encantado. Quise ir la semana que la estrenaron, pero empezaron a correr comentarios que no la ponían muy bien, que si era lenta, que si era pesada, que si era un rollazo… Y mis habituales compañeros de cine se dejaron contagiar por ese desánimo y prefirireron ver otras películas. Esa ha sido la causa de mi tardanza en verla, pero finalmente la disfruté el otro día con una amiga (muy entendida en musicales, por cierto) y he de decirte que le gustó tanto como a mi.
Me encantó la puesta en escena, la música, la interpretación de la protagonista, la historia, el guiño a los musicales antiguos, el color, el desarrollo… Disfruté desde el inicio hasta el final, y salí con una cosa clara: el poder de una melodía. El poder que una melodía puede tener sobre las personas y la importancia que puede adquirir en cualquier historia, en este caso de amor. Desde entonces la tengo en la cabeza, y al llegar a casa no dudé en sentarme al piano para sacar sus notas.
No te cuento mucho más, tampoco quiero desvelar el final; te recomiendo que vayas a verla para que puedas opinar por tí mismo. Te dejo un pequeño avance, el trailer oficial de La La Land, la ciudad de las estrellas…
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