Música y arquitectura
«Componer con sonidos para el oído nos lleva componer con luz para los ojos. El láser y el flash electrónico son equivalentes a hermosos sonidos. Hacerlos brillar en el espacio es crear música para la visión, música abstracta que pone galaxias, estrellas y su transformación dentro del alcance de humanidad, en una escala terrestre, por supuesto. Esta música para los ojos, se crea con los conceptos y procedimientos que provienen de la composición musical. El resultado es un nuevo arte de la visión y la audición, que no es ballet, ni ópera, pero sí un espectáculo abstracto en el sentido de música, del tipo astral o terrestre”. I.Xenakis.
El compositor y arquitecto Iannis Xennakis, en su afán de integración artística, crea a finales del siglo XX unas composiciones espaciales de luz y sonido, unas composiciones visuales abstractas integradas con música electroacústica y arquitectura efímera a tal fin, a modo de espectáculo sensorial de experiencia en el espectador. Son los politopos (muchos lugares) y el diatopo (a través de lugares).
“La forma del casco plástico del Diatope es la concreción de un proyecto que estaba en mi espíritu desde hace más de veinte años. Responde a la cuestión siempre actual, no solucionada: ¿qué forma arquitectónica dar a manifestaciones musicales o visuales? Respondo, no hay única respuesta “
I. Xenakis
Los diseños politópicos de Montreal y de Cluny son los más representativos de su obra.
El politopo de Montreal, construido en 1967, fue instalado en un espacio central dentro del Pabellón Francés de la Expo 67 en Canadá. Un espacio central muy amplio permite la instalación, desde el suelo hasta el techo, formado por cinco redes de cables de acero, con formas paraboloides y centenares de flashes colgados que producen volúmenes variables de luz. El público podía desplazarse por los diferentes pisos del Pabellón, percibiendo diferentes gradaciones del espacio que se modificaban con el transcurso del tiempo. Xenakis compone para este espectáculo la obra electrónica homónima ‘Polytope de Montreal’. La obra, previamente grabada, se reproduce por altavoces, una vez por hora, junto con el espectáculo completo.
El politopo de Cluny (1972) se realizó en los baños romanos del museo de Cluny en París. La instalación es una rejilla cartesiana con tubos metálicos que se doblan conforme a los contornos del espacio, sobre los que se ubican luces estroboscópicas. Tres láseres coloreados proyectan luz sobre paredes con 400 espejos ajustables. Xenakis compone en este caso «Polytope de Cluny», nuevamente de corte electrónico.
El diatopo (1978), pensado para el Centro Georges Pompidou, es probablemente el más importante de estos espectáculos y el que aúna toda su investigación multidireccional en el campo volviendo a su esencia, en una ‘sencillez de vuelta’. Xenakis ejecuta una cáscara autónoma destinada a integrar cuatro medios: música, arquitectura, espectáculo visual y textos programáticos. Lo particular del diatopo es su estructura abierta, el público percibe el ambiente que entra de los costados abiertos y, de una forma velada, lo que ocurre en el cielo, ya que la cobertura es traslúcida. Xenakis considera la arquitectura como una parte activa del ensamble. Su concepción en la relación con la música y las artes visuales se ha refinado.
«La Leyenda de Eer», la música para el Diatopo, está basada en un relato que aparece en La República de Platón. Los textos utilizados en él provienen igualmente de La República, Poimandrés de Hermés Trismégiste, Pensamientos de Blas Pascal, Siebenkäs de Jean-Paul Richter y “Supernovas in other Galaxies” de Robert Kirschner en la revista Scientific American.
Los elementos visuales consisten en 1680 flashes de xenón repartidos por el cableado de acero, espejos, rayos láser. Xenakis define el programa luminoso como en una partitura musical, definiendo lo que debe hacer cada rayo en cada momento. Se utilizaron funciones matemáticas para elaborar motivos luminosos, como espirales o configuraciones complejas.
Se crea pues una interrelación TOTAL con el fin de la experiencia sensorial de todos los elementos que funcionan sincronizados.
Xenakis esboza así su teoría y su visión de un nuevo arte capaz de transponer elementos de composición musical al dominio visual: ‘La musicalización del espacio’, como el mismo acuñó.
Carlos Marigil
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